1 Pero una vez que atravesaron las estacas y el foso
2 huyendo y muchos fueron doblegados por las manos de los dánaos,
3 ellos junto a los carros permaneciendo se contuvieron,
4 pálidos por el miedo, espantados; y Zeus despertó
5 en las cimas del Ida junto a Hera de trono de oro,
6 y, claro, se paró levantándose, y vio a los troyanos y aqueos,
7 a los unos acorralados, a los otros acosándolos desde atrás,
8 los argivos, y entre ellos al soberano Poseidón;
9 y a Héctor lo vio tirado en la llanura, y alrededor a sus compañeros
10 sentados, y a él le tomaba un lacerante jadeo, sofocado el corazón,
11 escupiendo sangre, ya que no lo hirió el más débil de los aqueos.
12 Y viéndolo se compadeció el padre de varones y dioses,
13 y tremendamente mirándola fiero le dirigió a Hera estas palabras:
14 “¡Sin duda tu taimada argucia, intratable Hera,
15 hizo cesar el combate para el divino Héctor y espantó a las tropas!
16 Realmente no sé si esta vez de tu dolorosa intriga
17 la primera no te aprovecharás y te azotaré a golpes.
18 ¿Acaso no te acordás de cuando te suspendí de lo alto y de los pies
19 te colgué dos yunques, y coloqué en torno a tus manos una cadena,
20 dorada, irrompible? Vos entre el cielo y las nubes
21 estabas suspendida; y protestaban los dioses en el gran Olimpo,
22 y no podían liberarte, parados a tu lado; y, al que agarraba,
23 habiéndolo tomado lo arrojaba desde el umbral, hasta que llegaba
24 a la tierra casi muerto; y ni así me dejaba el ánimo
25 el incesante dolor por el divino Heracles,
26 al que vos con el viento Bóreas, persuadiendo a los huracanes,
27 enviaste al ruidoso mar, planeando males,
28 y luego a la bien habitable Cos lo empujaste.
29 Allí yo lo preservé y lo conduje de vuelta
30 a Argos criadora de caballos, incluso aunque mucho había padecido.
31 Estas cosas te recordaré de nuevo, para que desistas de engaños,
32 para que veas si te protegen el amor y la cama,
33 a los que viniendo te uniste lejos de los dioses y me engañaste.”
34 Así habló, y se turbó Hera venerable, la de ojos de buey,
35 y hablándole dijo estas aladas palabras:
36 “Sepa ahora esto la Tierra y el vasto Firmamento arriba
37 y el agua del Estigia que fluye debajo, que el mayor
38 juramento y el más tremendo es para los bienaventurados dioses,
39 y tu sagrada cabeza y nuestro lecho mutuo,
40 legítimo, por el que yo nunca juraría en vano:
41 no por voluntad mía Poseidón que sacude la tierra
42 perjudica a los troyanos y a Héctor, y a aquellos socorre,
43 sino que acaso a él su ánimo lo alienta y se lo ordena,
44 y viéndolos agobiados sobre las naves se compadece de los aqueos.
45 Pero, por cierto, yo a aquel incluso le aconsejaría
46 que fuera allí hacia donde vos, nube negra, guiaras.”
47 Así habló, y sonrió el padre de varones y dioses,
48 y respondiendo le dijo estas aladas palabras:
49 “Si realmente vos en adelante, Hera venerable, la de ojos de buey,
50 pensando igual que yo te sentaras entre los inmortales,
51 entonces hasta Poseidón, aunque algo muy diferente quisiera,
52 pronto cambiaría de idea para seguir a tu corazón y el mío.
53 Pero si, en efecto, de verdad y con exactitud hablás,
54 marchá ahora hacia las tribus de los dioses y llamá aquí
55 para que vengan a Iris y al famoso arquero Apolo,
56 para que ella hacia el pueblo de los aqueos vestidos de bronce
57 vaya, y le diga al soberano Poseidón que,
58 haciendo cesar la guerra, vuelva hacia esa morada suya,
59 y que aliente a Héctor hacia el combate Febo Apolo,
60 y de nuevo le inspire furor, y le haga olvidar los dolores
61 que ahora le agobian las entrañas, y a los aqueos
62 de nuevo haga volverse en retirada, una endeble fuga impulsando,
63 y huyendo caigan en las naves de muchos escálamos
64 del Pelida Aquiles; él hará levantarse a su compañero,
65 a Patroclo; y a este matará con la pica el ilustre Héctor,
66 enfrente de Ilión, tras destruir a muchos lozanos hombres,
67 a otros, y entre estos a mi hijo, a Sarpedón divino.
68 Irritado por él matará a Héctor el divino Aquiles.
69 A partir de entonces, por cierto, un contraataque desde las naves
70 yo sin cesar provocaría, ininterrumpido, hasta que los aqueos
71 la infranqueable Ilión tomaran por los consejos de Atenea.
72 Antes, desde luego, yo no haré cesar mi ira, y a ningún otro
73 de los inmortales dejaré aquí defender a los dánaos,
74 hasta el momento en que haya cumplido el deseo del Pelida,
75 tal como le prometí primero, y asentí con mi cabeza,
76 ese día, cuando la diosa Tetis se abrazó de mis rodillas
77 suplicando que honrara a Aquiles saqueador de ciudades.”
78 Así habló, y no desobedeció la diosa Hera de blancos brazos,
79 y marchó desde los montes ideos hacia el gran Olimpo.
80 Así como cuando salta el pensamiento de un varón, que, tras a muchas
81 tierras haber ido, en sus meditabundas entrañas piensa
82 “ojalá estuviera allí, o allí,” y anhela muchas cosas,
83 así, raudamente, volaba ansiosa la venerable Hera;
84 y llegó al infranqueable Olimpo, y hacia los que estaban reunidos fue,
85 a los dioses inmortales, en la morada de Zeus; y ellos, viéndola,
86 se levantaron todos y la recibieron con sus copas.
87 Y ella dejó a los demás, y de Temis de bellas mejillas
88 recibió la copa; pues primera llegó corriendo frente a ella,
89 y hablándole dijo estas aladas palabras:
90 “Hera, ¿por qué has venido? Despavorida pareces;
91 ¡Sin duda te espantó el hijo de Cronos, que tienes por esposo!”
92 Y luego le respondió la diosa Hera de blancos brazos:
93 “No me escudriñes, diosa Temis, por estas cosas; vos misma sabés
94 cómo es el ánimo de aquel, insolente y cruel.
95 Pero vos da inicio al equitativo banquete en las moradas de los dioses;
96 y de estas cosas oirás también junto a todos los inmortales,
97 qué malas acciones Zeus revela. Y afirmo que de ningún modo
98 a todos igualmente se les habrá alegrado el ánimo, ni de los mortales
99 ni de los inmortales, aunque alguno todavía ahora banquetee alegre.”
100 Ella, claro, tras hablar así, se sentó, Hera venerable,
101 y se amargaron en la morada de Zeus los dioses. Y ella sonrió
102 en sus labios, mas la frente sobre sus oscuras cejas
103 no se calmó; y entre todos, indignada, dijo:
104 “Bobos, que con Zeus nos enfurecemos insensatos;
105 sí, todavía ansiamos contenerlo, yendo cerca,
106 o con palabras o con la fuerza, mas él, sentándose aparte, no se cuida
107 ni le importa, pues afirma que entre los dioses inmortales
108 por su poder y su fuerza es decididamente el mejor.
109 Por eso, soporten el mal que a cada uno de ustedes les envíe;
110 pues pienso que ahora ya al menos a Ares le ha producido una desdicha;
111 pues le pereció su hijo en el combate, el más querido de los varones,
112 Ascálafo, que el imponente Ares afirma que era suyo.”
113 Así habló, y Ares, por su parte, se golpeó los tiernos muslos
114 con las palmas de las manos, y lamentándose dijo estas palabras:
115 “No se indignen conmigo ahora los que poseen olímpicas moradas,
116 por castigar la matanza de mi hijo yendo a las naves de los aqueos,
117 incluso aunque sea mi destino, golpeado por el rayo de Zeus,
118 estar tirado al igual que los cadáveres entre la sangre y el polvo.”
119 Así habló, y, claro, ordenó al Terror y al Espanto los caballos
120 uncir, y él mismo se puso las armas resplandecientes.
121 Entonces todavía otra mayor y más penosa
122 ira y cólera de Zeus entre los inmortales se habría producido,
123 si Atenea, temiendo mucho por todos los dioses, no se hubiera
124 lanzado a través del pórtico y dejado el trono donde estaba sentada.
125 De su cabeza arrebató el casco y el escudo de sus hombros,
126 y paró, arrebatándola de su maciza mano, la pica
127 broncínea, y con estas palabras ella se dirigió al impetuoso Ares:
128 “¡Enajenado, delirante, estás perdido! ¡Sin duda en vano
129 tenés orejas para oír, y han perecido tu pensamiento y tu vergüenza!
130 ¿No escuchaste lo que dijo la diosa Hera de blancos brazos,
131 ella, que acaba de llegar de junto a Zeus olímpico?
132 ¿Acaso querés vos mismo, tras colmarte de muchos males,
133 volver de nuevo al Olimpo, además de afligido, por necesidad,
134 y un gran mal hacer brotar para todos los otros?
135 Pues enseguida a los troyanos de inmenso ánimo y a los aqueos
136 abandonará, y él vendrá a nosotros, hacia el Olimpo, trastornándonos,
137 y prenderá a uno tras otro, al culpable y también al que no lo sea.
138 Por eso ahora te aconsejo que depongas la ira por tu hijo;
139 pues ya alguno mejor que aquel en fuerza y en sus manos
140 ha muerto, o incluso ha de morir luego; y es duro
141 atender al linaje y la prole de todos los hombres.”
142 Habiendo hablado así, sentó en su trono al impetuoso Ares.
143 Y Hera llamó a Apolo afuera de la morada,
144 y a Iris, que es la mensajera entre los dioses inmortales,
145 y hablándoles dijo estas aladas palabras:
146 “Zeus les ordena ir hacia el Ida cuanto antes;
147 pero una vez que hayan ido y vean el rostro de Zeus,
148 haced lo que aquel les encargue y comande.”
149 Ella, claro, tras hablar así, volvió, la venerable Hera,
150 y se sentó en su trono; y ellos dos, dando un salto, volaron,
151 y llegaron al Ida de muchos manantiales, madre de fieras,
152 y encontraron al Cronida de vasta voz sobre el promontorio del Gárgaro
153 sentado; y a su alrededor una fragrante nube lo coronaba.
154 Ellos dos, yendo junto a Zeus, que amontona las nubes,
155 se pararon; y viéndolos no se irritó con ellos en el ánimo,
156 porque velozmente hicieron caso a las palabras de su querida esposa.
157 Y primero a Iris le dijo estas aladas palabras:
158 “Ve, rápida Iris, al soberano Poseidón
159 dale este mensaje completo, y no seas mensajera de mentiras.
160 Ordénale que, cesando del combate y la guerra,
161 vaya hacia las tribus de los dioses o al divino mar.
162 Y si no me hace caso a estas palabras, sino que las desdeña,
163 que considere en verdad luego en sus entrañas y en su ánimo
164 si cuando yo arremeta, ni aun siendo fuerte, aguantará
165 resistir, ya que afirmo que soy muy superior a él en fuerza
166 y el primero del linaje; mas a su querido corazón no le importa
167 decirse igual a mí, ante el que los demás tiemblan.”
168 Así habló, y no desobedeció la veloz Iris de pies de viento,
169 y bajó desde los montes ideos hacia la sagrada Ilión.
170 Así como cuando desde las nubes vuela la nevada o el granizo,
171 frío, por el soplo del Bóreas nacido del cielo,
172 así, raudamente, volaba ansiosa la veloz Iris,
173 y parándose cerca le dijo al renombrado sacudidor de la tierra:
174 “Un mensaje para ti, abrazador de la tierra de oscuros cabellos,
175 trayéndote vine aquí de parte de Zeus portador de la égida.
176 Te ordenó que, cesando del combate y la guerra,
177 vayas hacia las tribus de los dioses y al divino mar.
178 Y si no le haces caso a estas palabras, sino que las desdeñas,
179 te amenazó también aquel con, para guerrear frente a frente,
180 venir aquí; y te mandó que te mantengas a salvo
181 de sus manos, ya que afirma que es muy superior a ti en fuerza
182 y el primero del linaje; mas a tu querido corazón no le importa
183 decirse igual a él, ante el que los demás tiemblan.”
184 Y le dijo, muy amargado, el renombrado sacudidor de la tierra:
185 “¡Ay, ay! ¡Sin duda, aunque es noble, habló con arrogancia,
186 si me someterá, siendo igual en honra, a la fuerza y contra mi voluntad!
187 Pues tres hermanos nacimos de Crono, a los que parió Rea,
188 Zeus y yo, y el tercero fue Hades, que gobierna a los subterráneos,
189 y todo repartimos en tres, y cada uno recibió una parte de honra;
190 y así, a mí me tocó habitar por siempre el mar gris
191 al agitar las suertes, y a Hades le tocó el tenebroso occidente,
192 y a Zeus le tocó el vasto firmamento en el cielo y las nubes;
193 y la tierra todavía es común a todos, como el gran Olimpo.
194 Por eso de ningún modo viviré al arbitrio de Zeus, sino que, tranquilo,
195 por más fuerte que sea que se quede en su tercera parte;
196 que ni se le ocurra como a un cobarde asustarme con sus manos;
197 pues le sería más ventajoso a sus hijas y sus hijos
198 maltratar con terribles palabras, a los que él mismo engendró,
199 los que lo escucharán cuando los aliente, aunque sea por necesidad.”
200 Y luego le respondió la veloz Iris de pies de viento:
201 “¿Así, pues, en verdad, abrazador de la tierra de oscuros cabellos,
202 llevo a Zeus esa respuesta fuerte y cruel,
203 o cambiarás algo? Cambiantes son las entrañas de los nobles.
204 Sabes que las Erinias a los mayores siempre acompañan.”
205 Y le dijo en respuesta Poseidón que sacude la tierra:
206 “Diosa Iris, esas palabras del todo según la moira dijiste;
207 también es bueno eso, que un mensajero sepa cosas convenientes.
208 Pero llega este horrible sufrimiento a mi corazón y a mi ánimo
209 cuando a uno de igual parte y marcado por igual destino
210 quiere regañar con iracundas palabras.
211 Pero, bueno, ahora me someteré, indignado,
212 y otra cosa te voy a decir, y amenazaré en mi ánimo con esto:
213 si sin contar conmigo, ni con Atenea conductora del pueblo,
214 ni con Hera, ni con Hermes, ni con el soberano Hefesto
215 de la escarpada Ilión se apiada, y no querrá
216 saquearla y darles gran poder a los argivos,
217 que sepa esto: habrá entre nosotros dos una ira incurable.”
218 Habiendo hablado así, dejó al pueblo aqueo el sacudidor de la tierra,
219 y se sumergió yendo al ponto, y lo añoraron los héroes aqueos.
220 Y entonces a Apolo le dijo Zeus, que amontona las nubes:
221 “Ve ahora, querido Febo, junto a Héctor de casco de bronce,
222 pues recién el abrazador de la tierra, el sacudidor de la tierra
223 se fue hacia el divino mar, esquivando la infranqueable ira
224 nuestra, pues aprendieron bien de nuestro combate también otros,
225 hasta los más subterráneos de los dioses, que están alrededor de Crono.
226 Pero esto mucho más ventajoso tanto para mí como para él mismo
227 es, que frente a mí se someta, indignado,
228 a mis manos, ya que no sin sudor habría terminado.
229 Pero vos tomá en tus manos la égida borlada,
230 y agitándola mucho espantá a los héroes aqueos;
231 y vos mismo, que hieres desde lejos, ocupate del ilustre Héctor;
232 Despertá, pues, un gran furor en él, hasta que los aqueos
233 huyendo a las naves y al Helesponto lleguen.
234 Desde entonces yo mismo deliberaré acciones y palabras
235 para que una vez más los aqueos respiren de su esfuerzo.”
236 Así habló, y, claro, no desoyó a su padre Apolo.
237 Y bajó desde los montes ideos semejante a un halcón,
238 veloz, matador de palomas, que es el más veloz de los voladores.
239 Encontró al hijo del aguerrido Príamo, al divino Héctor,
240 sentado, ya no tirado, y recién había recobrado el ánimo,
241 reconociendo a su alrededor a sus compañeros; mas el jadeo y el sudor
242 cesaron, tras despertarlo el pensamiento de Zeus portador de la égida;
243 y parándose cerca le dijo Apolo, el que obra de lejos:
244 “Héctor, hijo de Príamo, ¿por qué tú, lejos, separado de los demás,
245 estás sentado, casi muerto? ¿Será que alguna angustia te alcanza?”
246 Y le dijo desfalleciendo Héctor de centelleante casco:
247 “¿Quién eres tú, superior, entre los dioses, que de frente me cuestionas?
248 ¿No oíste que a mí, sobre las popas de las naves de los aqueos,
249 mientras mataba a sus compañeros, me hirió Áyax de buen grito de guerra
250 con una roca en el pecho, e hizo cesar mi impetuoso brío?
251 ¡Yo incluso decía que los cadáveres y la morada de Hades
252 en este día iba a ver, ya que exhalé el querido corazón!”
253 Y le dijo en respuesta el soberano Apolo, el que obra de lejos:
254 “Atrévete ahora; tal protector a ti el Cronión
255 desde el Ida te envía, para pararse a tu lado y defenderte,
256 a Febo Apolo de espada de oro, que como antes te
257 preservo, por igual a ti mismo y a tu escarpada ciudad.
258 Pero, ¡vamos!, ahora alienta a muchos conductores de carros
259 a que contra las naves huecas conduzcan los veloces caballos;
260 mientras, yo, yendo al frente, a los caballos el camino
261 entero allanaré, y haré que se vuelvan los héroes aqueos.”
262 Habiendo hablado así, inspiró gran furor en el pastor de tropas.
263 Así como cuando un caballo estabulado, bien alimentado en el pesebre,
264 tras romper sus ataduras corre, hollando la llanura,
265 acostumbrado a bañarse a lo largo del río de buena corriente,
266 triunfante, y mantiene la cabeza en alto, y alrededor sus crines
267 saltan sobre sus hombros, y él, confiado en su esplendor,
268 sus rodillas lo llevan rápido a los parajes y pasturas de los caballos,
269 así Héctor movía velozmente sus pies y rodillas,
270 alentando a los caballos, ya que escuchó la voz del dios.
271 Y ellos, así como a un ciervo cornígero o a una salvaje cabra
272 lo corren perros y varones cazadores -
273 a aquel las elevadas rocas y el umbrío bosque
274 lo guarecen, y, claro, no era su destino encontrarlo;
275 y por sus alaridos aparece un bien barbado león
276 en el camino, y pronto hace volverse a todos, aunque estaban ansiosos;
277 así los dánaos por un tiempo siguieron siempre en grupo,
278 perforando con las espadas y las picas de puntas de doble filo;
279 pero una vez que vieron a Héctor moviéndose en las filas de los varones
280 se atemorizaron, y a todos se les cayó el ánimo a los pies.
281 Y entre ellos luego anunció Toante, hijo de Andremón,
282 que era el mejor de todos los etolios, conocedor de la jabalina
283 y bueno en combate cuerpo a cuerpo; y en la asamblea a él pocos aqueos
284 vencían, cuando los jóvenes disputaban por diferentes propuestas;
285 él con sensatez les habló y dijo entre ellos:
286 “¡Ay, ay! ¡Sin duda es una gran maravilla esta que veo con mis ojos!
287 ¡Cómo se ha levantado de nuevo, evadiendo a los espíritus de la muerte,
288 Héctor! ¡Sin duda, en verdad, mucho esperaba el ánimo de cada uno
289 que por las manos de Áyax Telamoníada hubiera muerto!
290 Pero, en su lugar, alguno de los dioses preservó y salvó
291 a Héctor, que a muchísimos dánaos aflojó las rodillas,
292 como creo que será también ahora; pues no sin la anuencia
293 de Zeus estruendoso se para como campeón, así de anhelante.
294 Pero, ¡vamos!, como yo diga, hagamos caso todos:
295 que la multitud hacia las naves regrese ordenemos,
296 y nosotros, cuantos nos jactamos de ser los mejores en el ejército,
297 parémonos, por si su primer ataque contenemos, enfrentándolo,
298 levantando las lanzas; creo que él, aunque esté ansioso,
299 temerá en su ánimo sumergirse en la turba de los dánaos.”
300 Así habló, y ellos, claro, lo escucharon con atención y le hicieron caso.
301 Ellos, claro, en torno a Áyax y al soberano Idomeneo,
302 a Teucro y Meriones y Meges, igual a Ares,
303 se ordenaron para la batalla, llamando a los mejores,
304 frente a Héctor y los troyanos; mientras, detrás,
305 la multitud regresaba a las naves de los aqueos.
306 Los troyanos cargaron en bloque, y lideraba, claro, Héctor,
307 a grandes pasos; y delante de aquel iba Febo Apolo,
308 vestidos sus hombros con una nube, y tenía la impetuosa égida,
309 tremenda, cubierta de pelos, sobresaliente, aquella que el broncista
310 Hefesto dio a Zeus para que la llevara para espanto de los varones;
311 teniendo aquella en las manos condujo él a las tropas.
312 Los argivos aguardaron en bloque, y se elevó un clamor
313 agudo de ambos lados, y de las cuerdas las flechas
314 saltaban; muchas lanzas de las osadas manos,
315 unas se clavaban en la piel de audaces guerreros lozanos,
316 y muchas también, en el medio, antes de la blanca piel alcanzar,
317 se paraban en la tierra, anhelando de piel saciarse.
318 Mientras sostuvo inmóvil en las manos la égida Febo Apolo,
319 las saetas alcanzaban mucho a ambos, y caía la tropa;
320 pero una vez que, mirando al rostro de los dánaos de rápidos corceles,
321 la sacudió, él mismo bramó con enorme fuerza, a ellos el ánimo
322 les hechizó en el pecho, y olvidaron su impetuoso brío.
323 Ellos, así como a una manada de vacas o a un gran rebaño de ovejas
324 dos fieras agitan en lo más oscuro de la negra noche,
325 llegando de repente cuando no está presente su señor,
326 así se espantaron los aqueos de corazón endeble; pues en ellos Apolo
327 arrojó espanto, y a los troyanos y a Héctor concedió la gloria.
328 Y entonces, dispersada la batalla, varón sometió a varón.
329 Héctor mató a Estiquio y también a Arcesilao,
330 el uno líder de los beocios vestidos de bronce,
331 el otro confiable compañero del esforzado Menesteo.
332 Eneas a Medonte y a Jaso abatió;
333 el uno, por cierto, hijo bastardo del divino Oileo
334 era, Medonte, hermano de Áyax, pero habitaba
335 en Fílace, lejos de la tierra de su padre, tras matar a un varón,
336 a un hermano de su madrastra Eriópide, a la que tenía Oileo,
337 y Jaso, por su parte, era un jefe de los atenienses
338 e hijo se hacía llamar del Bucólida Esfelo.
339 A Mecisteo sometió Polidamante, y a Equio, Polites
340 en el frente de la batalla, y a Clonio lo sometió el divino Agenor.
341 A Deíoco Paris lo hirió en lo más bajo del hombro, por detrás,
342 cuando huía entre las primeras filas, y el bronce lo atravesó completo.
343 Mientras ellos a estos les quitaban las armas, los aqueos,
344 en el excavado foso y las estacas precipitándose,
345 por aquí y por allí se escapaban, y se hundían por necesidad en el muro;
346 y Héctor exhortó a los troyanos bramando con fuerte voz:
347 “Arremetan contra las naves y dejen los sangrientos despojos;
348 y al que yo vea apartado de las naves, en otro lado,
349 ahí mismo concebiré para él la muerte, y a él ni siquiera
350 sus hermanos y hermanas le habrán de proporcionar, muerto, el fuego,
351 sino que lo arrastrarán los perros frente a nuestra ciudad.”
352 Habiendo hablado así, asestó con la fusta sobre el hombro a los caballos,
353 exhortando a los troyanos entre las filas; y ellos con aquel,
354 dando gritos todos, guiaron a los caballos tiradores de carros
355 entre un estrépito sobrenatural; y al frente Febo Apolo
356 fácilmente desplomando con sus pies los bordes del profundo hoyo,
357 lo derribaba hacia el medio, y tendió como puente un camino
358 grande y ancho, cuanto el impulso de una lanza
359 alcanza cuando un varón la arroja probando su fuerza.
360 Por ese lugar ellos brotaban en falanges, y delante, Apolo,
361 teniendo la honrosísima égida; y desplomó el muro de los aqueos
362 muy fácilmente, así como la arena cerca del mar un niño,
363 que, después de que construyó castillos en su inocencia,
364 de nuevo los esparce con los pies y las manos divirtiéndose;
365 así, claro, tú, invocado Febo, el mucho cansancio y fatiga
366 de los aqueos esparciste, y entre ellos mismos impulsaste la fuga.
367 Así ellos se contuvieron permaneciendo junto a las naves,
368 exhortándose unos a los otros, y a todos los dioses
369 levantando las manos rogaba fuerte cada uno;
370 Néstor, en especial, el gerenio guardián de los aqueos,
371 rogaba tendiendo las manos hacia el firmamento estrellado:
372 “Padre Zeus, si alguna vez alguno a ti allá en Argos de mucho trigo
373 o de una vaca o de una oveja los pingües muslos quemando
374 rogó regresar, y tú lo prometiste y asentiste,
375 de estas cosas acuérdate y aparta, Olímpico, el despiadado día,
376 y no dejes de este modo a los troyanos doblegar a los aqueos.”
377 Así habló rogando, y tronó fuerte el ingenioso Zeus,
378 oyendo las súplicas del anciano Nelida.
379 Los troyanos, cuando escucharon el trueno de Zeus portador de la égida,
380 aun más corrieron contra los argivos, recordando su bélica lujuria.
381 Ellos, así como una gran ola del mar de anchos caminos
382 desciende sobre las paredes de una nave, cuando la impele
383 la fuerza del viento - pues esta muchísimo aumenta las olas -
384 así los troyanos con un fuerte alarido marchaban contra el muro,
385 y tras azuzar hacia allí a los caballos combatían junto a las popas,
386 de cerca con las picas de puntas de doble filo, unos desde los caballos,
387 y otros desde las negras naves, subiéndose arriba,
388 con grandes picas, aquellas que sobre sus naves yacían,
389 armas ensambladas para el combate naval, de boca cubierta de bronce.
390 Patroclo, mientras los aqueos y los troyanos
391 combatieron en torno a la muralla, lejos de las rápidas naves,
392 entonces en la tienda del gentil Eurípilo aquel
393 estuvo sentado y lo entretuvo con palabras, y sobre la ruinosa lesión
394 aplicaba pócimas, remedios de los negros dolores.
395 Pero después que vio que arremetían el muro
396 los troyanos, y de los dánaos surgían alaridos y espanto,
397 gimió luego, claro, y se golpeó los dos muslos,
398 con las palmas de las manos, y lamentándose dijo estas palabras:
399 “Eurípilo, ya no puedo, por mucho que me necesites,
400 permanecer aquí, pues en verdad se impulsó una gran riña.
401 Así que a vos que te entretenga un servidor, mientras yo
402 voy a toda prisa hacia Aquiles, para alentarlo a que guerreé.
403 ¿Quién sabe si con ayuda de una deidad le conmoveré el ánimo,
404 disuadiéndolo? Es buena la persuasión de un compañero.”
405 A él, claro, tras hablar así lo llevaron sus pies; mientras, los aqueos
406 resistían firmes a los troyanos que llegaban, y no podían,
407 aunque ellos eran pocos, rechazarlos de junto a las naves;
408 y los troyanos nunca podían, de los dánaos las falanges
409 rompiendo, mezclarse entre las tiendas y las naves,
410 sino que, así como el nivel alinea el tablón de una nave
411 en las manos de un carpintero experto, ese que toda su
412 sabiduría conoce bien por la instrucción de Atenea,
413 así el combate y la guerra de estos estaban tensados en equilibrio.
414 Unos por unas y otros por otras naves combatían el combate,
415 mas Héctor fue frente al excelso Áyax,
416 y los dos sostuvieron un único esfuerzo por una nave, y no podían
417 ni uno arrojar al otro e incendiar con fuego la nave,
418 ni uno expulsar al otro, ya que era una deidad la que lo movía.
419 Entonces a un hijo de Clitio, a Calétor, el ilustre Áyax
420 hirió con la lanza en el pecho, cuando llevaba el fuego a la nave;
421 retumbó al caer, y la antorcha se le cayó de la mano.
422 Héctor, cuando vio con sus ojos a su primo
423 caído en el polvo enfrente de la negra nave,
424 exhortó a los troyanos y a los licios bramando con fuerte voz:
425 “¡Troyanos y licios y dárdanos que combaten de cerca,
426 de ningún modo se retiren del combate en este estrecho espacio,
427 sino salvad al hijo de Clitio, no sea que a él los aqueos
428 tras caer lo despojen de las armas en el recinto de las naves!”
429 Habiendo hablado así, hacia Áyax disparó la lanza reluciente;
430 a este le erró, mas él en su lugar a Licofrón, hijo de Mástor,
431 servidor citereo de Áyax, ese que junto a él
432 habitaba, ya que mató a un varón en la muy divina Citera,
433 a ese hirió en la cabeza sobre la oreja con el agudo bronce,
434 mientras estaba parado cerca de Áyax; y él de espaldas en el polvo
435 desde la popa de la nave al suelo cayó, y se aflojaron sus miembros.
436 Se turbó Áyax, y le dijo a su hermano:
437 “¡Mi buen Teucro, nos ha sido asesinado un confiable compañero,
438 el Mastórida, al que estando en nuestra casa llegado desde Citera
439 igual que a nuestros queridos padres honrábamos en el palacio;
440 a este el esforzado Héctor lo asesinó. ¿Dónde, pues, están tus dardos
441 de muerte veloz y tu arco, que te dio Febo Apolo?”
442 Así habló, y él atendió, y corriendo se paró cerca suyo,
443 teniendo en las manos el curvado arco y el carcaj
444 portador de dardos; y muy velozmente tiró saetas contra los troyanos;
445 y, claro, hirió a Clito, el brillante hijo de Pisénor,
446 compañero del admirable Polidamante Pantoida,
447 que tenía las riendas en las manos; él estaba ocupado con los caballos,
448 pues los tenía allí, donde la mayoría de las falanges mucho se agitaban,
449 por complacer a Héctor y a los troyanos; mas pronto a aquel
450 le llegó un mal, que no le contuvo ninguno, aunque ansiaban hacerlo;
451 pues un dardo de muchos gemidos le cayó por detrás en el cuello;
452 y se desplomó del carro, y recularon los caballos,
453 haciendo traquetear el carro vacío. Rápidamente lo vio el soberano
454 Polidamante, y el primero llegó frente a los caballos.
455 A estos él se los dio a Astínoo, el hijo de Protiaón,
456 y lo alentó mucho a estar cerca, vigilando
457 los caballos, y yendo de nuevo entre las primeras filas se mezcló él.
458 Y Teucro otra flecha contra Héctor de casco de bronce
459 sacó, y le habría hecho cesar el combate sobre las naves de los aqueos,
460 si hiriéndolo mientras era el mejor le arrebataba el ánimo;
461 pero no se le escapó al denso pensamiento de Zeus, que, claro, guardaba
462 a Héctor, mas a Teucro Telamonio le robaba el triunfo;
463 él la bien trenzada cuerda en el insuperable arco le
464 rompió cuando contra aquel la tensaba; y le hizo desviar a otro lado
465 el dardo pesado de bronce, y el arco se le cayó de la mano.
466 Se turbó Teucro, y le dijo a su hermano:
467 “¡Ay, ay! ¡Sin duda me corta del todo los planes del combate
468 nuestro una deidad, que me sacó el arco de la mano,
469 y rompió la cuerda recién trenzada, que amarré
470 esta mañana, para que soportara flechas saltando constantemente.”
471 Y luego le respondió el gran Áyax Telamonio:
472 “¡Carísimo! ¡Entonces deja el arco y los interminables dardos
473 estar tirados, ya que un dios los esparce, estorbando a los dánaos!
474 Pero, tras tomar con las manos la larga lanza y el escudo en los hombros,
475 pelea con los troyanos e impulsa al resto de las tropas.
476 ¡Que no capturen sin esfuerzo, aunque nos dobleguen,
477 las naves de buenos bancos, sino que recordemos la bélica lujuria!”
478 Así habló, y él colocó el arco en la tienda,
479 y en torno a sus hombros él se colocó el escudo de cuatro capas,
480 y sobre la fuerte cabeza colocó el bien fabricado yelmo
481 [crinado, y tremendamente desde la punta se inclinaba el penacho.]
482 Y tomó una firme pica, afilada y de agudo bronce,
483 y se echó a andar, y muy velozmente corriendo se paró junto a Áyax.
484 Y Héctor, cuando vio desviadas las saetas de Teucro,
485 exhortó a los troyanos y a los licios bramando con fuerte voz:
486 “Troyanos y licios y dárdanos que combaten de cerca,
487 sean hombres, amigos, y recuerden su impetuoso brío
488 por las huecas naves; pues en verdad vi con mis ojos
489 desviadas las saetas de uno de los mejores varones gracias a Zeus.
490 Fácilmente reconocible resulta el brío de Zeus en los varones,
491 tanto a quienes proporciona la más alta gloria,
492 como a aquellos que menoscaba y no quiere defender;
493 así, ahora, menoscaba el furor de los argivos, y a nosotros nos socorre.
494 Así que combatan en bloque sobre las naves; y el que de ustedes
495 asaeteado o golpeado se encuentre con su muerte y su sino,
496 muera; no es indecente para el que está defendiendo la patria
497 morir, sino que deja atrás a su esposa a salvo y a sus hijos,
498 y su casa y su hacienda intacta, si los aqueos
499 se van con las naves a su querida tierra patria.”
500 Habiendo hablado así alentó el furor y el ánimo de cada uno.
501 Y Áyax, por su parte, del otro lado, exhortó a sus compañeros:
502 “Vergüenza, argivos. Ahora es seguro que o pereceremos
503 o nos salvaremos y rechazaremos de las naves la desgracia.
504 ¿Acaso esperan, si captura las naves Héctor de centelleante casco,
505 a pie volver cada uno a su tierra patria?
506 ¿Acaso no escuchan impulsando a todo el pueblo
507 a Héctor, que sin duda ansía quemar las naves?
508 ¡No les ordena ir hacia el coro, sino a combatir!
509 Y para nosotros ningún pensamiento ni plan es mejor que este,
510 que mezclar cuerpo a cuerpo las manos y el furor.
511 Es mejor perecer de una sola vez o vivir
512 que largo tiempo ser consumidos en la horrible batalla
513 junto a las naves, así como ahora, por hombres peores.”
514 Habiendo hablado así alentó el furor y el ánimo de cada uno.
515 Entonces Héctor sometió a Esquedio, hijo de Perimedes,
516 jefe de los focios, y Áyax sometió a Laodamante,
517 líder de soldados, brillante hijo de Antenor;
518 y Polidamante al cilenio Oto abatió,
519 compañero del Filida, esforzado jefe de los epeos.
520 Meges, viéndolo, se arrojó sobre este; mas él se escurrió a un lado,
521 Polidamante, y a este le erró, pues Apolo no
522 dejaba que un hijo de Pántoo fuera doblegado en las primeras filas;
523 pero aquel en el medio del pecho de Cresmo golpeó con la lanza;
524 y retumbó al caer, y él despojó sus hombros de las armas.
525 En ese momento sobre él se arrojó Dólope, versado en la lanza,
526 el Lampétida, al que Lampo engendró como su mejor hijo,
527 el Laomendontíada, a uno versado en el impetuoso brío,
528 que entonces golpeó en el medio del escudo del Filida con la lanza
529 acometiendo de cerca; mas lo resguardó su densa coraza,
530 esa que llevaba, de placas ajustadas; a esta alguna vez Fileo
531 la condujo desde Éfira, desde el río Seleente,
532 pues se la dio un huésped, el soberano de varones Eufetes,
533 para que la llevara a la guerra como defensa de varones enemigos;
534 esta también entonces le resguardó la piel de su hijo de la destrucción.
535 Y Meges al casco de aquel, de bronce, de crin de caballo,
536 en lo más alto del crestón perforó con la aguda pica,
537 y rompió el equino penacho de aquel; y todo al suelo
538 cayó en el polvo, reluciente de fresca púrpura.
539 Mientras él con este guerreaba resistiendo, y aun esperaba la victoria,
540 llegó junto a él el belicoso Menelao como defensor,
541 y se paró a su lado oculto con la lanza, y de atrás le hirió el hombro;
542 la punta recorrió el pecho ávidamente,
543 arrojándose hacia delante; y él, claro, se derrumbó de bruces.
544 Ellos dos ansiaban de las armas de bronce los hombros
545 despojar; mas Héctor exhortó a sus hermanos,
546 a todos y cada uno, y primero reprochó al Hicetaónida,
547 al fuerte Melanipo. Él hasta entonces las vacas de paso circular
548 apacentaba en Percote, estando lejos de los enemigos;
549 pero una vez que llegaron las naves de curvos lados de los dánaos
550 volvió hacia Ilión, y se distinguía entre los troyanos,
551 y habitaba junto a Príamo, y él lo honraba igual que a sus hijos.
552 A este, claro, Héctor le reprochó, lo llamó y le dijo estas palabras:
553 “¿Vamos a relajarnos así, Melanipo? ¿Ni siquiera a vos
554 se te preocupa el querido corazón por el primo asesinado?
555 ¿No ves cómo persiguen las armas de Dólope?
556 Así que seguime, pues ya no es posible alejados de los argivos
557 pelear, antes de que o los matemos o desde lo más alto
558 capturen Ilión escarpada y maten a los ciudadanos.”
559 Hablando así, uno lideró, y el otro lo siguió, un hombre igual a un dios.
560 Y a los argivos los alentó el gran Áyax Telamonio:
561 “¡Oh, amigos, sean hombres y pongan vergüenza en su ánimo,
562 y avergüéncense los unos a los otros en las fuertes batallas!
563 De los hombres con vergüenza, más quedan a salvo que mueren;
564 de los que huyen, ni se alza la fama ni brío alguno.”
565 Así habló, y ellos mismos también ansiaban resguardarlo,
566 y arrojaron en el ánimo sus palabras, y fortificaron las naves
567 con broncíneo cerco; mas Zeus despertó a los troyanos.
568 Y a Antíloco alentó Menelao de buen grito de guerra:
569 “Antíloco, ningún otro es más joven que vos entre los aqueos,
570 ni más rápido en sus pies ni firme como vos para combatir;
571 ojalá lanzándote a algún lado hirieras a algún varón de los troyanos.”
572 Habiendo hablado así, se alejó de nuevo y lo animó;
573 y saltó de entre las primeras filas y disparó la lanza reluciente
574 tras escrutar a su alrededor; y los troyanos se replegaron
575 ante el varón que disparaba; y él no lanzó un tiro infructuoso,
576 sino que al hijo de Hicetaón, a Melanipo de inmenso ánimo,
577 mientras iba a la guerra hirió en el pecho junto a la tetilla;
578 y retumbó al caer, y la oscuridad cubrió sus ojos.
579 Y Antíloco se arrojó, así como un perro que sobre un cervatillo
580 herido salta, al que saliendo de su lecho
581 un cazador atinó a herirlo, y le aflojó los miembros;
582 así sobre ti, Melanipo, saltó Antíloco de bélico furor,
583 para despojarte de las armas; pero no se le ocultó al divino Héctor,
584 que, claro, fue frente a él corriendo a través de la batalla.
585 Y Antíloco no lo esperó, aun siendo un audaz guerrero,
586 sino que, claro, él se acobardó, semejante a una fiera que hace un mal,
587 la que, habiendo matado a un perro o a un boyero entre los bueyes,
588 huye, antes de que la turba de varones se reúna;
589 así se acobardó el Nestórida, y sobre él los troyanos y Héctor
590 con un estrépito sobrenatural derramaron gimientes saetas;
591 y se paró dándose vuelta, después que llegó al grupo de sus compañeros.
592 Los troyanos, semejantes a leones comedores de carne cruda
593 arremetieron contra las naves, y cumplían el encargo de Zeus,
594 que sin cesar despertaba en ellos gran furor, y hechizaba el ánimo
595 de los argivos y les sustraía la gloria, y a aquellos los animaba,
596 pues a Héctor su ánimo quería extenderle gloria,
597 al Priamida, para que en las curvadas naves fuego de chispa divina
598 incansable arrojara, y la devastadora súplica de Tetis
599 cumplir completa; pues eso esperaba el ingenioso Zeus,
600 ver con sus ojos el fulgor de una nave quemándose,
601 pues desde ese momento un contraataque desde las naves iba
602 a provocar contra los troyanos, y a los dánaos extenderles la gloria.
603 Pensando estas cosas despertó contra las naves huecas
604 a Héctor Priamida, aunque él mismo también lo ansiaba mucho;
605 y se enfurecía como cuando Ares que blande la pica o destructivo fuego
606 en los montes se enfurece, en la espesura de un profundo bosque;
607 había espuma en torno a su boca y los dos ojos
608 le relumbran bajo las cejas siniestras, y alrededor su casco
609 espantosamente se sacudía en sus sienes mientras peleaba
610 Héctor; pues él mismo desde el cielo era su defensor,
611 Zeus, que entre muchos varones solo a él
612 lo honraba y glorificaba; pues de corta vida iba a
613 ser, pues ya apresuraba el día fatal para él
614 Palas Atenea, por la fuerza del Pelida.
615 Y, claro, quería romper las filas de varones tanteándolos
616 allí donde veía a la mayor turba y las mejores armas;
617 pero ni así podía romperlas, aunque lo ansiaba mucho,
618 pues se mantenían ajustados como una torre, como una roca
619 elevada, grande, que está cerca del mar gris,
620 que resiste los veloces caminos de los sonoros vientos
621 y las henchidas olas, que se estrellan contra un promontorio;
622 así los dánaos resistían firmes a los troyanos y no se espantaban.
623 Pero él relumbrando fuego por todas partes se lanzó contra la turba,
624 y cayó sobre ella así como cuando una ola sobre una rápida nave cae
625 tempestuosa, nutrida por los vientos bajo las nubes; y toda ella
626 desaparece bajo la espuma, y el tremendo soplo del viento
627 brama en la vela, y tiemblan en sus entrañas los navegantes,
628 temiendo, pues se escapan por poco de la muerte;
629 así se desgarraba el ánimo en los pechos de los aqueos.
630 Él, por su parte, así como un león pernicioso que va hacia las vacas,
631 de las que a la vera de un gran pantanal pacen,
632 incontables, y entre ellas hay un pastor que aun no sabe claramente
633 combatir con la fiera por la matanza de una vaca de torcidos cuernos;
634 este, en verdad, con las primeras y las últimas vacas
635 siempre marcha a la par, y aquel entre las del medio arremetiendo
636 devora una vaca, y ellas, todas, se aterran; así entonces los aqueos
637 sobrenaturalmente se espantaron por Héctor y Zeus padre,
638 todos, y él solo mató al miceneo Perifetes,
639 querido hijo de Copreo, que del soberano Euristeo
640 iba a menudo como mensajero para la fuerza de Heracles;
641 de tal padre, muy inferior, nació un hijo mejor
642 en todas sus cualidades, tanto en los pies como en combatir,
643 y en su pensamiento estaba entre los primeros de los miceneos;
644 aquel entonces a Héctor proporcionó la más alta gloria,
645 pues dándose vuelta hacia atrás tropezó con el borde del escudo,
646 que él mismo llevaba, llegándole a los pies, cerco de las jabalinas;
647 enredado en este él se cayó de espaldas, y alrededor el casco
648 espantosamente retumbó en torno a sus sienes al caer.
649 Y Héctor lo vio agudamente, y corriendo se paró junto a él
650 y le clavó la lanza en el pecho, y cerca de sus queridos compañeros
651 lo mató; y ellos no pudieron, por más que afligidos, a su compañero
652 proteger, pues ellos mismos temían mucho al divino Héctor.
653 Estaban entre las naves, y en torno tenían los extremos
654 de las naves, de las primeras varadas, y ellos se derramaron.
655 Los argivos retrocedieron de las naves también por necesidad,
656 de las primeras, y allí, junto a las tiendas, esperaron
657 en grupo y no dispersos por el ejército, pues los retenía la vergüenza
658 y el miedo; pues incesantemente se recriminaban los unos a los otros.
659 Néstor, a su vez, el gerenio guardián de los aqueos,
660 suplicaba a cada varón por sus padres tomando sus rodillas:
661 “¡Oh, amigos, sean hombres y pongan vergüenza en el ánimo
662 de los demás, y cada uno recuerde
663 a sus hijos y a sus esposas, a sus bienes y a sus padres,
664 tanto a cuantos viven como a los que están muertos;
665 por ellos, que no están presentes, aquí les tomo las rodillas:
666 manténganse firmes y no se entreguen al espanto.”
667 Habiendo hablado así alentó el furor y el ánimo de cada uno.
668 A ellos Atenea les despejó de los ojos la nube de tiniebla
669 sobrenatural; y surgió para ellos con fuerza la luz de ambos lados,
670 desde las naves y desde la igualadora guerra.
671 Y reconocieron a Héctor de buen grito y a sus compañeros,
672 tanto a cuantos se quedaron atrás y no combatían
673 como a cuantos junto a las rápidas naves combatían el combate.
674 Y, claro, ya a Áyax de corazón vigoroso no agradó en el ánimo
675 quedarse allí donde se quedaron atrás los otros hijos de los aqueos,
676 sino que él fue hacia las cubiertas de las naves a grandes pasos,
677 una gran pica para el combate naval tomó en sus palmas,
678 ensamblada con clavijas, de veintidós codos de largo.
679 Así como cuando un varón versado en montar caballos,
680 que, después de unir en el yugo a cuatro caballos de entre muchos,
681 lanzándolos desde la llanura los dirige hacia una gran ciudad
682 por un concurrido camino; y muchos lo contemplan,
683 varones y mujeres, y él firme siempre sin falla
684 saltando entre uno y otro va alternando, y ellos vuelan;
685 así Áyax sobre las cubiertas de muchas rápidas naves
686 iba de acá para allá a grandes pasos, y su voz le llegaba al cielo,
687 y siempre gritando espantosamente exhortaba a los dánaos
688 a defender las naves y las tiendas. Y Héctor no
689 permaneció en el fragor de los troyanos, densamente acorazados,
690 sino que, así como una fogosa águila entre las aves voladoras
691 arremete al grupo que junto a un río apacienta
692 de gansos o de grullas o de cisnes de largos cuellos,
693 así Héctor fue derecho contra una nave de negra proa
694 dando un salto de frente; a él lo impulsó Zeus desde atrás
695 con su enorme mano, y alentó junto con él al pueblo.
696 De nuevo un acerbo combate junto a las naves se produjo;
697 dirías que incansables e inflexibles entre sí
698 se encontraban en la guerra, como luchaban furiosamente.
699 Y este era el pensamiento de los que peleaban: los aqueos, en verdad,
700 afirmaban que no huirían de su desgracia, sino que perecerían,
701 y entre los troyanos el ánimo en el pecho de cada uno esperaba
702 quemar las naves y matar a los héroes aqueos.
703 Ellos, pensando estas cosas, se colocaron unos junto a otros,
704 y Héctor abrazó la popa de una nave que surca el ponto,
705 bella, de veloz navegar, que a Protesilao llevó
706 hacia Troya, y no lo conduciría de vuelta a la tierra patria.
707 Junto a la nave de este los aqueos y los troyanos
708 de cerca se destrozaban los unos a los otros; y, claro, ellos
709 ya no aguardaban divididos disparos de arcos ni de jabalinas,
710 sino que ellos, parados cerca, teniendo un solo ánimo,
711 con agudísimas hachas y hachuelas combatían,
712 y con grandes espadas y con picas de puntas de doble filo.
713 Muchas bellas hojas de buen agarre envuelto en negro,
714 unas al suelo caían de las manos, otras de los hombros
715 de los varones que luchaban, y fluía con sangre la negra tierra.
716 Héctor, ya que se tomó de la popa y no la soltaba,
717 teniendo el aplustre en las manos, exhortaba a los troyanos:
718 “Traigan fuego, y a la vez alcen ustedes mismos en bloque el clamor;
719 ahora Zeus nos da el día que compensa a todos,
720 el de tomar las naves que, viniendo aquí a pesar de los dioses,
721 muchas desdichas nos produjeron por la cobardía de los ancianos,
722 que, queriendo yo combatir sobre las popas de las naves,
723 a mí me refrenaban y contenían al pueblo;
724 pero si en aquel entonces Zeus de vasta voz desviaba las entrañas
725 nuestras, ahora él mismo nos alienta y nos lo ordena.”
726 Así habló, y ellos, claro, aun más arremetieron contra los argivos.
727 Y Áyax ya no resistía, pues lo forzaban las saetas;
728 sino que se retiró un poco, creyendo que moriría,
729 a un banco de siete pies, y dejó la cubierta de la bien balanceada nave.
730 Entonces, claro, él se paró esperándolos, y con la pica siempre
731 apartaba de las naves a los troyanos, a los que llevaban incansable fuego;
732 y siempre gritando espantosamente exhortaba a los dánaos:
733 “¡Oh, amigos, héroes dánaos, servidores de Ares,
734 sean hombres, amigos, y recuerden su impetuoso brío!
735 ¿Acaso decimos que hay algunos protectores detrás,
736 o algún muro más valiente, que aparte de los varones la devastación?
737 ¡No hay cerca ninguna ciudad equipada de torres,
738 donde defendernos teniendo como refuerzo del otro lado un pueblo,
739 sino que en la llanura de los troyanos densamente acorazados
740 inclinados sobre el mar estamos lejos de la tierra patria!
741 Por eso en las manos está la luz, no en la molicie en la guerra.”
742 Dijo, y ávidamente atacó con la aguda pica.
743 Cualquiera de los troyanos que llegaba a las cóncavas naves
744 con ardiente fuego, para complacer a Héctor, que los alentaba,
745 a ese Áyax recibiéndolo lo golpeaba con la gran pica;
746 y a doce frente a las naves golpeó de cerca.
v4, y Zeus despertó

VER ad 1.5. La reaparición de Zeus después de casi doscientos versos señala el final del episodio del “engaño de Zeus”, que abarca buena parte del canto 14 y todo el comienzo de este .

INTR FORM MITO NOTE
v5, las cimas del Ida

VER ad 2.821. Zeus ha estado aquí durante toda la batalla.

INTR NARR HIST NOTE
v5, junto a Hera

VER ad 1.55.

INTR MITO NOTE
v8, los argivos

VER ad 1.79.

INTR FORM NOTE
v8, Poseidón

VER ad 1.400.

INTR MITO NOTE
v9, y a Héctor

VER ad 1.242.

INTR MITO NOTE
v21, el gran Olimpo

VER ad 1.18.

INTR MITO NOTE
v25, el divino Heracles

Sobre Heracles, VER ad 2.658.

INTR MITO NOTE
v26, el viento Bóreas

VER ad 5.524.

INTR HIST MITO NOTE
v27, enviaste al ruidoso mar

Después de la primera guerra de Troya (VER ad 1.9), como explica el Sueño en 14.250-255. El naufragio de Heracles en Cos es, por supuesto, un antecedente mitológico a las diversas catástrofes en los regresos de los aqueos después de la segunda guerra (VER Los regresos y el final de la época heroica).

INTR MITO NOTE
v28, a la bien habitable Cos

VER ad 2.677.

INTR HIST NOTE
v30, a Argos criadora de caballos

VER ad 1.30. Es dable pensar que Zeus está diciendo que llevó a Heracles de vuelta a Grecia continental (en contraposición a Cos).

INTR FORM HIST MITO NOTE
v37, y el agua del Estigia

VER ad 2.755.

INTR MITO NOTE
v46, nube negra

VER ad 1.397.

INTR FORM MITO NOTE
v55, Iris

VER ad 2.786. Iris es llamada aquí en su habitual rol como mensajera de Zeus.

INTR MITO NOTE
v55, al famoso arquero Apolo

VER ad 1.9. Zeus debe elegir a Apolo para la misión de despertar a Héctor tanto por su rol como dios de la medicina como por el hecho de que es uno de los más representativos aliados de los troyanos.

INTR MITO NOTE
v60, y de nuevo le inspire furor

VER ad 1.103. Apolo inspirará el ménos en Héctor con su discurso de 254-261.

INTR CONC NOTE
v87, y de Temis de bellas mejillas

Temis debe ser la personificación del concepto de thémis (VER ad 2.73), pero es también una divinidad por derecho propio, una titánide (cf. Hes., Th. 132-135) que Hesíodo (Th. 900-906) menciona como segunda consorte de Zeus, madre de las Horas, Eunomía, Dike y Eirene (es decir, las estaciones, el buen gobierno, la justicia y la paz). En la poesía homérica está especialmente ligada a las asambleas: Zeus ordena que convoque la de los dioses en 20.4 y en Od. 2.68-69 es “la que junta y disuelve las asambleas de los varones” (cf. también abajo, 95). Su conexión con la trama de Ilíada es más profunda que lo que sus dos apariciones sugieren, porque fue ella la que advirtió a Zeus que el hijo de Tetis sería más poderoso que su padre y recomendó entregarla a Peleo (cf. Pín., I. 8.30-40, y VER ad 1.351).

INTR MITO NOTE
v112, Ascálafo

VER ad 2.512.

INTR MITO NOTE
v113, se golpeó los tiernos muslos

VER ad 16.125.

INTR FORM HIST NOTE
v119, al Terror y al Espanto

VER ad 4.440.

INTR MITO NOTE
v152, el promontorio del Gárgaro

Hoy Karataş, es el pico más alto de la cordillera del Ida, a 1770 metros del nivel del mar.

INTR HIST NOTE
v168, la veloz Iris de pies de viento

VER ad 2.786.

INTR MITO NOTE
v171, el soplo del Bóreas

VER ad 5.524.

INTR HIST MITO NOTE
v173, sacudidor de la tierra

Poseidón no solo es el dios del mar, sino también el dios de los terremotos (cf. 12.27-29, 13.17-19, 20.57-60), acaso porque estos eran percibidos como producto del sacudimiento de las aguas subterráneas.

INTR MITO NOTE
v175, portador de la égida

Sobre la égida, VER ad 1.202.

INTR FORM MITO NOTE
v187, nacimos de Crono

VER ad 4.59. La introducción de Crono destaca que los tres dioses son hijos del anterior soberano del mundo.

INTR NARR MITO NOTE
v188, Hades, que gobierna a los subterráneos

VER ad 1.3.

INTR CONC MITO NOTE
v191, al agitar las suertes

Es decir, el proceso habitual para un sorteo (cf. 3.316-317, 23.861-862, 24.400, etc.), en el que la “suerte” de cada participante (algún objeto pequeño con una marca) se agita dentro de un contenedor hasta que una salta.

INTR CONC NOTE
v191, el tenebroso occidente

Una forma tradicional de referirse al Hades (VER ad 1.3) que, pace Janko (ad 189-93), implica que este se encuentra en tierras lejanas al este del mundo humano. Esto explica por qué Odiseo puede llegar a él navegando (cf. Od. 11.1-13). De todas formas, es evidente que la equiparación del mundo de los muertos con “el lejano occidente” proviene de la observación de que el sol se pone en el oeste y la analogía que eso sugiere con la muerte.

INTR CONC FORM NOTE
v204, las Erinias

Las Erinias son deidades subterráneas, espíritus femeninos de la venganza y el castigo a las injusticias. Según Hesíodo (Th. 173-206), nacieron de la sangre derramada en la castración de Urano por su hijo Crono, lo que las convierte en deidades anteriores a los dioses olímpicos. En épocas posteriores, estarán asociadas sobre todo al castigo de transgresiones contra mujeres, pero en la poesía homérica aparecen como garantes de maldiciones (cf. 9.454 y 571-572, Od. 2.135), juramentos (19.259-260) y, como aquí, el respeto al orden familiar o cósmico (cf. 19.418). Leer más: EH sub Erinyes; Wikipedia s.v. Erinias.

INTR MITO NOTE
v206, según la moira

VER ad 1.286.

INTR CONC NARR NOTE
v229, la égida borlada

VER ad 1.202.

INTR FORM MITO NOTE
v233, al Helesponto

VER ad 2.845. Janko (ad 233-5) tiene razón en que esta especificación no dice nada respecto a la ubicación precisa del campamento aqueo (sobre la cual VER ad 16.376), dado lo amplia de la referencia geográfica.

INTR HIST MITO NOTE
v249, Áyax

VER ad 1.138.

INTR MITO NOTE
v280, a todos se les cayó el ánimo a los pies

Es probable que se trate de un giro metafórico, pero no puede descartarse que se piense que, cuando el miedo hace que los guerreros salgan corriendo, el thymós (VER ad 1.24) literalmente se vaya hacia los pies (así, Clarke, 104; Pelliccia, 58-59).

INTR CONC NOTE
v281, Toante, hijo de Andremón

VER ad 2.638. A pesar de sus múltiples apariciones, esta es la única vez que el héroe habla en el poema. Es interesante notar que en 13.216-220 Poseidón toma la forma de este guerrero para incitar a Idomeneo a la lucha, por lo que su aparición aquí destaca la similitud y el contraste entre las situaciones, no en menor medida porque en la primera un dios está apoyando a los aqueos y ahora un humano está proponiendo que resistan para que la huida sea ordenada.

INTR NARR MITO NOTE
v282, el mejor de todos los etolios

Sobre los etolios VER ad 2.638.

INTR FORM MITO NOTE
v286, veo con mis ojos

VER ad 3.28.

INTR TRAD FORM NOTE
v287, los espíritus de la muerte

VER ad 2.302. Este es uno de los muchos casos en donde el uso de “espíritus de la muerte” (kêras) no es más que un giro para aludir a la muerte (cf. Clarke, 245).

INTR CONC FORM NOTE
v301, al soberano Idomeneo

VER ad 1.145.

INTR MITO NOTE
v302, Teucro

VER ad 6.31.

INTR MITO NOTE
v302, Meriones

VER ad 4.234.

INTR NARR NOTE
v302, Meges, igual a Ares

VER ad 16.313.

INTR MITO NOTE
v313, y de las cuerdas

VER ad 16.773.

INTR HIST NOTE
v329, Estiquio

VER ad 13.195.

INTR MITO NOTE
v329, Arcesilao

VER ad 2.495.

INTR FORM MITO NOTE
v330, el uno líder de los beocios

Arcesilao; VER ad 15.329.

INTR MITO NOTE
v331, el otro confiable compañero del esforzado Menesteo

Estiquio (VER ad 15.329).

INTR MITO NOTE
v332, Eneas

VER ad 2.820.

INTR MITO NOTE
v332, Medonte

VER ad 2.727. Este pasaje (idéntico a 13.69-697) provee casi la única información que tenemos sobre Medonte.

INTR MITO NOTE
v332, Jaso

Personaje desconocido, sobre el que no tenemos más información que la que se provee aquí. Merece notarse que, como Estiquio (VER ad 15.329), es ateniense.

INTR MITO NOTE
v333, del divino Oileo

VER ad 2.727.

INTR MITO NOTE
v334, Áyax

Áyax, entiéndase, el Menor (VER ad 2.527).

INTR MITO NOTE
v335, en Fílace, lejos de la tierra de su padre

VER ad 13.696.

INTR MITO HIST INTP NOTE
v336, Eriópide

VER ad 13.697.

INTR MITO NOTE
v338, Bucólida Esfelo

Bucolo y Esfelo son personajes desconocidos.

INTR MITO NOTE
v339, Mecisteo

VER ad 13.422.

INTR MITO NOTE
v339, Polidamante

VER ad 11.57. Polidamante ha aparecido por última vez en 449-475, en un pequeño episodio con Áyax.

INTR NARR MITO NOTE
v339, Equio

Personaje desconocido, que no debe ser el padre del Mecisteo recién mencionado, sino, como sugiere West, Making, un nombre que el poeta asoció con este de forma automática. Que sea el padre de Mecisteo no puede descartarse, pero la muerte de un padre junto a su hijo probablemente habría sido un detalle que habría ameritado un poco más de desarrollo.

INTR MITO NOTE
v339, Polites

VER ad 2.791.

INTR MITO NOTE
v340, Clonio

VER ad 2.495.

INTR MITO NOTE
v340, Agenor

VER ad 4.467.

INTR MITO NOTE
v341, Deíoco

El personaje solo aparece en este pasaje, pero, según el escoliasta T, sus descendientes colonizaron Samos saliendo desde Atenas, lo que lo haría el tercer ateniense muerto en esta androktasía (VER ad 15.332).

INTR MITO NOTE
v341, Paris

VER ad 3.16.

INTR MITO NOTE
v343, les quitaban las armas

VER ad 4.466.

INTR CONC HIST NOTE
v350, sus hermanos y hermanas

VER ad 16.456.

INTR MITO NOTE
v350, el fuego

VER ad 1.52.

INTR HIST CONC NOTE
v351, lo arrastrarán los perros

VER ad 1.4.

INTR CONC NOTE
v360, Por ese lugar ellos brotaban en falanges

VER ad 2.558.

INTR CONC HIST NOTE
v370, Néstor

VER ad 1.247.

INTR NARR MITO NOTE
v370, gerenio

VER ad 2.336.

INTR TRAD FORM NOTE
v372, Argos de mucho trigo

VER ad 1.30.

INTR FORM HIST NOTE
v373, los pingües muslos quemando

VER ad 1.40.

INTR MITO NOTE
v389, armas ensambladas

“Pegadas” o “atadas”. Evidentemente, las largas picas navales no estarían hechas de una única pieza de madera, sino de varias atadas con sogas y ajustadas con clavos o ganchos de algún tipo. ¿Quizás podrían desarmarse para variar su largo?

INTR NARR NOTE
v392, Eurípilo

VER ad 2.736.

INTR MITO NOTE
v394, aplicaba pócimas

VER ad 4.191.

INTR CONC NOTE
v397, se golpeó los dos muslos

VER ad 16.125. Se trata de un gesto común, pero merece notarse que es el mismo que hará Aquiles en 16.125 antes de ordenar a Patroclo que salga a la batalla.

INTR FORM HIST NOTE
v403, deidad

VER ad 1.222.

INTR CONC MITO NOTE
v412, por la instrucción de Atenea

En tanto que diosa de las artes manuales (VER ad 1.194).

INTR MITO NOTE
v419, Clitio

VER ad 3.147.

INTR MITO NOTE
v419, Calétor

Es la única aparición de este personaje en el poema. Todo este episodio está marcado por la muerte de primos de Héctor: Calétor primero, luego Dólope en 525-538 y por último Melanipo en 546-578.

INTR MITO NOTE
v422, vio con sus ojos

VER ad 3.28.

INTR TRAD FORM NOTE
v425, dárdanos

VER ad 2.819.

INTR HIST MITO NOTE
v427, salvad al hijo de Clitio

VER ad 4.463.

INTR CONC NARR NOTE
v430, Licofrón, hijo de Mástor

Dos personajes desconocidos, que solo aparecen en este pasaje.

INTR MITO NOTE
v431, citereo

De Citera, uno de los inhabituales lugares que no ha sido mencionado en el Catálogo de las Naves del canto 2 y, por eso, nos resulta desconocida su filiación política en la concepción homérica (cf. Janko, ad 431-2, para un análisis de la evidencia arqueológica, con referencias).

INTR HIST NOTE
v441, que te dio Febo Apolo

VER ad 2.827. En el caso de Teucro, no hay nada que impida que Apolo literalmente le haya dado su arco, pero esto no va en detrimento del punto de que la expresión apunta ante todo a destacar su capacidad como arquero.

INTR FORM MITO NOTE
v445, Clito, el brillante hijo de Pisénor

Dos personajes desconocidos. Es imposible no asociar el nombre del primero al del Clitio que acaba de matar Áyax.

INTR MITO NOTE
v446, Pantoida

Sobre Pántoo, VER ad 3.146.

INTR MITO NOTE
v447, que tenía las riendas en las manos

Indicando, por supuesto, que es un auriga, lo que habilita la elaboración que sigue.

INTR NARR NOTE
v455, Astínoo, el hijo de Protiaón

Sobre Astínoo, VER ad 5.144. Protiaón es un completo desconocido.

INTR MITO NOTE
v491, la más alta gloria

Sobre el concepto de kŷdos, VER ad 1.279.

INTR CONC TRAD NOTE
v515, Esquedio, hijo de Perimedes

VER ad 2.517. Perimedes nos es desconocido (un pretendiente en Odisea tiene el mismo nombre; cf. Od. 11.23 y 12.195). La explicación más probable para la muerte de dos Esquedios de Focea es que el poeta ha cometido un error y hecho que Héctor matara dos veces al mismo guerrero.

INTR FORM MITO INTP NOTE
v516, Laodamante

Un desconocido que, como otros hijos de Antenor (VER ad 2.822), aparece solo para ser asesinado.

INTR MITO NOTE
v517, Antenor

VER ad 2.822.

INTR MITO NOTE
v518, al cilenio Oto

Un desconocido, que comparte el nombre con uno de los dos famosos gigantes que encerraron a Ares en una urna (cf. 5.385). La Cilene de la que se habla aquí es una ciudad en Élide (no el famoso monte de Arcadia, sobre el cual VER ad 2.603). Como observa Janko (ad 518-19), Oto debe haber emigrado junto con Meges cuando este se exilió, irritado con su padre (cf. 2.627-629).

INTR HIST MITO NOTE
v519, Filida

Meges, sobre el cual VER ad 2.627.

INTR MITO NOTE
v519, esforzado jefe de los epeos

VER ad 2.619. Puede tratarse de un nuevo traspié del poeta, porque Meges no es líder del contingente epeo (cf. 2.615-624), pero es probable que la referencia sea a los epeos que colonizaron Duliquio (cf. 2.629); como se trata de un nombre tribal y no un gentilicio geográfico, ambos grupos eran igualmente “epeos”.

INTR HIST MITO NOTE
v522, Pántoo

VER ad 3.146.

INTR MITO NOTE
v523, Cresmo

Personaje desconocido, que solo aparece en este pasaje.

INTR MITO NOTE
v525, Dólope

Otro Dólope ha muerto en 11.302 a manos de Héctor. Ambos son personajes desconocidos para nosotros (Janko, ad 525-43, observa la peculiaridad de que el Dólope de 11 es hijo de Clitio, y a su vez otro Clitio es hijo de Laomedonte, como el padre de este Dólope), pero de este sabemos que es primo del príncipe troyano (VER ad 15.526).

INTR MITO NOTE
v526, Lampétida

VER ad 3.147. Dado que Lampo es hermano de Príamo, Dólope es primo de Héctor.

INTR MITO NOTE
v527, Laomendontíada

VER ad 3.250.

INTR MITO NOTE
v530, esa que llevaba, de placas ajustadas

La descripción de la armadura como compuesta por “placas ajustadas” se adecua bien a la evidencia arqueológica. La mejor ilustración de esto es la “armadura de Dendra”, una coraza en buen estado de conservación del s. XV a.C., bastante anterior al periodo homérico, pero probablemente reflejando la forma de elaboración de armaduras que dominaría los siguientes siglos (cf. Molloy, 2013; Mödlinger, 2017: 171-216, esp. 195-198 y 205-209). Las “placas” no son decorativas, sino las piezas de bronce que se superponen para formar la coraza completa; un breve documental sobre la armadura de Dendra (incluyendo pruebas físicas de su utilidad) puede hallarse aquí. Leer más: Mödlinger, M. (2017) Protecting the Body in War and Combat. Metal Body Armour in Bronze Age Europe, Vienna: Austrian Academy of Sciences Press; Molloy, B. (2012) “The Origins of Plate Armour in the Aegean and Europe”, Talanta 44, 273-294.

INTR HIST NOTE
v531, la condujo desde Éfira, desde el río Seleente

Aunque se trata de una repetición parcial de 2.659, ni Éfira ni el río Seleente son los mismos que allí; estos son lugares de Élide. Según Estrabón (8.5), la ciudad es o está cerca a la posterior Benoa o Énoe, a unos 120 estadios (20 km.) de la ciudad de Élide. El río debe ser el posterior Ladón (cf. Janko para un análisis más detenido de las fuentes).

INTR HIST NOTE
v532, huésped

Sobre la relación de hospitalidad, VER ad 3.207.

INTR CONC NARR NOTE
v532, Eufetes

Personaje desconocido por completo.

INTR MITO NOTE
v536, lo más alto del crestón

El crestón (kýmbakhos) debe ser el componente del casco donde se inserta el penacho, que en otros pasajes se denomina “cimera” (kórythos).

INTR CONC NOTE
v538, cayó en el polvo, reluciente de fresca púrpura

VER ad 3.126.

INTR NARR FORM NOTE
v539, Mientras él

Dólope, como demuestra el verso siguiente.

INTR NARR NOTE
v541, se paró a su lado oculto

Es decir, Dólope no notó que se acercaba. El griego no es del todo claro respecto a si Menelao estaba siendo sigiloso a propósito o simplemente Dólope no lo vio venir.

INTR NARR NOTE
v546, Hicetaónida

VER ad 3.147.

INTR NARR MITO NOTE
v547, Melanipo

VER ad 16.695.

INTR FORM MITO NOTE
v547, las vacas de paso circular

Sobre el paso circular de las vacas, VER ad 6.424.

INTR HIST NOTE
v548, apacentaba

VER ad 5.313.

INTR CONC NOTE
v548, Percote

VER ad 2.835. Percote no es parte del territorio troyano, por lo que hay algo inusual en el hecho de que el hijo de un noble de Troya apacentara su ganado allí. Es posible que Melanipo fuera parte de una tradición sobre la familia real de Príamo que no se ha conservado.

INTR FORM MITO NOTE
v564, la fama

VER ad 2.325.

INTR CONC NOTE
v568, Antíloco

VER ad 4.457. Antíloco ha estado en segundo plano desde 14.513, donde aparece matando a un troyano.

INTR MITO NOTE
v598, incansable

“Incansable” se refiere al fuego. Es un epíteto habitual de la palabra.

INTR NARR FORM NOTE
v600, ver con sus ojos

VER ad 3.28.

INTR TRAD FORM NOTE
v638, y él solo mató al miceneo Perifetes

Perifetes es un personaje desconocido (a diferencia de su padre; VER ad 15.539), que comparte nombre con un troyano muerto en 14.515.

INTR MITO NOTE
v639, Copreo

Según Ps.-Apolodoro (2.5.1), Copreo era un hijo de Pélope exiliado por un homicidio en Micenas, donde Euristeo (VER la última nota a este verso) lo purificó y lo empleó como heraldo. En ese rol actúa en Heráclidas de Eurípides (o por lo menos eso entendían los editores helenísticos, porque en la obra solo se lo llama “el heraldo”). Su nombre suele interpretarse como despectivo (derivado de kópros, “estiércol”), pero Janko (ad 638-52) tiene razón en que esto es un error (es un nombre real tanto en el periodo micénico como en el clásico), y que no significa más que “granjero”.

INTR MITO NOTE
v639, soberano Euristeo

Euristeo es el famoso rey de Micenas que comisionó los trabajos de Heracles. Hijo de Esténelo, hijo de Perseo, para que heredara el reino Hera hizo adelantar su nacimiento y retrasar el de Heracles, dado que Zeus había proclamado que el primer descendiente de Perseo en nacer heredaría el reino. Euristeo era un rey mediocre y cobarde, que es habitualmente representado escondido en un gran contenedor de vino enterrado para no enfrentar a Heracles al encargarle sus trabajos. Parece plausible que Homero, al caracterizar a su heraldo de forma negativa, esté haciendo alusión a este mito (así también Janko, ad 638-52). Leer más: Wikipedia s.v. Eurystheus.

INTR NARR NOTE
v645, dándose vuelta hacia atrás

Entiéndase, naturalmente, para huir.

INTR NARR NOTE
v645, tropezó con el borde del escudo

VER ad 4.468.

INTR CONC NARR NOTE
v659, gerenio

VER ad 2.336.

INTR TRAD FORM NOTE
v660, tomando sus rodillas

VER ad 1.500.

INTR NARR FORM NOTE
v676, hacia las cubiertas de las naves

La “cubierta” de la que se habla aquí es el pequeño castillo de popa o toldilla de las naves del periodo, una cubierta elevada sobre el fondo hueco para comodidad del capitán.

INTR NARR HIST NOTE
v678, ensamblada con clavijas

VER ad 15.389.

INTR NARR NOTE
v678, de veintidós codos de largo

VER ad 6.319. La pica naval de Áyax entre 10,6 m y 11,4 m, siendo más larga que la lanza más larga utilizada por un ejército antiguo (la sarisa macedónica, que medía hasta 7 m, y también se podía dividir en dos o más para su transporte). De más está aclarar que ningún ser humano normal sería capaz de blandir con un mínimo de efectividad un monstruo semejante a esta pica, y la medida es una clara exageración para enaltecer al héroe.

INTR HIST NOTE
v680, a cuatro caballos de entre muchos

Entiéndase: eligiendo a cuatro caballos de entre muchos.

INTR NARR NOTE
v705, a Protesilao

Sobre Protesilao, VER ad 2.698.

INTR NARR MITO NOTE
v713, envuelto en negro

Probablemente porque la empuñadura se formaba envolviendo una tira de cuero negro sobre la pieza de metal en la que terminaba la hoja.

INTR HIST NOTE
v714, otras de los hombros

Recuérdese que las espadas se llevaban colgadas de los hombros (VER ad 1.190).

INTR CONC NARR FORM NOTE
v717, teniendo el aplustre en las manos

El aplustre es la decoración de la popa, que en la evidencia arqueológica aparece como una suerte de cuerno que se eleva en la parte de atrás del barco (cf. Janko, ad 716-17, con referencias, y las imágenes 28-30 y 33, entre otras, en Casson, 1986). Janko (l.c.) recuerda el curioso detalle de que el hermano de Esquilo perdió su brazo por un golpe de un hacha persa mientras, en la batalla de Maratón, se abrazaba a la popa de una nave y gritaba a los griegos que quemaran la flota (cf. Her. 6.114). Leer más: Casson, L. (1986) Ships and Seamanship in the Ancient World, Princeton: Princeton University Press.

INTR HIST GRAM NOTE
v721, por la cobardía de los ancianos

VER ad 3.149.

INTR FORM NOTE
v729, a un banco de siete pies

Este “banco” debe ser una estructura de soporte cerca de la popa donde los remeros podrían sentarse para remar más cómodamente (cf. Casson, 1986: 46 n. 20; hay un equivalente en la parte delantera de la nave). La propuesta de Leaf, una cubierta de popa a proa, no se corresponde con la evidencia; la de Janko (ad 728-30, con bibliografía), un banco en el centro de la nave, implica un barco demasiado angosto (“siete pies” son menos de 3 m. en cualquier sistema de medidas griego - VER ad 6.319; la afirmación de Janko, l.c., de que esta medida es la apropiada para un pentecontero no es correcta). Casson (1986: 54) estima la manga del barco homérico en algo más de 4 m. (la manga de las probablemente comparables lanchas colectivas del delta del río Paraná, en sí ya botes de tamaño moderado para transporte fluvial), lo que refuerza la idea de que este banco debía estar cerca de la popa. Leer más: Casson, L. (1986) Ships and Seamanship in the Ancient World, Princeton: Princeton University Press.

INTR HIST NOTE